sábado, 20 de febrero de 2010

Don Hector Gaytan.


CUANDO LA HISTORIA TE LLEGA


El día de ayer tuve la oportunidad de compartir brevemente con una persona a quien quería conocer desde hacía muchos años.

Por situaciones de trabajo y estudio, pude recibir una charla del señor Héctor Gaytan, quien es ya toda una leyenda viviente en nuestro medio. La conferencia que nos brindó fue sobre Tecun Uman y la Marimba, pues estábamos celebrando ambas fechas en un acto muy sencillo pero de mucho significado para nosotros. No entraré en detalles sobre la conferencia y su contenido, me limitaré a decir que fue aleccionadora como cualquier otra platica con él hubiera sido.

Según don Héctor, fue la primera vez que se presentó ante una audiencia de uniformados, y ojalá no sea la última.

Yo recuerdo muy bien sus libros, yo mismo leí dos tomos de “La Calle donde Tú vives”, y siempre tuve la curiosidad de conocerlo. En esta vida hay personas con quienes me gusta platicar mucho, uno de ellos es mi compadre y hermano del alma, el otro es un superior mío conocido en el medio como GOJA30, quien a la postrer es mi centenario, y el otro siempre fue don Héctor Gaytan.

Lamentablemente, como siempre en nuestro medio, el tiempo fue ingrato y no tuvimos la oportunidad de platicar largo y tendido, se que la plática hubiera sido una lección de historia.

Siempre respetuoso a la historia, quiero aprovechar para comentar algo que me sucedió no hace mucho, y fue que cometí el gravísimo error de no investigar a fondo sobre un personaje famoso de nuestra historia, y en la premura del tiempo expuse simplemente lo primero que encontré, lo reconozco, lo acepto y ofrezco mis disculpas a los agraviados por ello, pues alguien profesional debe fundamentarse bien antes de hablar. Espero que esta disculpa no llegue demasiado tarde, y espero que don Rafael me perdone allá en las alturas.

Sin más ni más, quiero enfatizar mi admiración a don Héctor, le agradezco el que me haya dedicado un autógrafo, créame que eso, y la foto las guardaré con mucho aprecio. Como decimos en nuestro folklore, “me quito el sombrero ante usted don Héctor”, fue un gustazo conocerlo en persona y estrechar su mano, Dios lo tenga bien y podamos seguir disfrutando nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos, de sus historias.

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